3 diciembre, 2024
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Al igual que el cigarrillo, esta nueva modalidad de fumar trae consecuencias para la salud. Fueron prohibidos por la ANMAT en el 2011, sin embargo, se comercializan libremente y sin ningún control.

Cada 31 de mayo se desarrolla el “Día Mundial sin Tabaco”, una fecha para generar conciencia y prevención en la población sobre los problemas de salud que trae el consumo de cigarrillos. En este contexto, haciéndose eco de la tendencia actual, la Federación Argentina de Cardiología (FAC) recuerda que los cigarrillos electrónicos o vapeadores, también representan un riesgo para la salud. 

No es vapor

Según datos de la 4° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo de 2018, entre los adultos, el consumo de cigarrillos electrónicos fue del 1,1%, mientras que en los jóvenes entre 13 y 15 años fue del 7,1%. Actualmente, más de 12 millones de adultos en los Estados Unidos usan cigarrillos electrónicos, con las tasas más altas entre 18 y 24 años.

El vapeador es un dispositivo que produce un aerosol que se aspira, simulando el acto de fumar. Está constituido por 3 elementos: una batería, un atomizador y un cartucho. El líquido de los cartuchos puede contener nicotina en dosis variables, tetrahidrocanabinol (THC), canabinoides, propilenglicol, glicerina vegetal, saborizantes (menta, mango, caramelo, café, chocolate), aromatizantes y otros aditivos como acetato de vitamina E.

Según la Dra. Cecilia Cortes (MP 4774), cardióloga miembro de la FAC, “las diferencias en el voltaje de las baterías y los sistemas de circuitos para calentar la solución y transformarla en un aerosol pueden contribuir a la formación de sustancias tóxicas en las emisiones. Están fabricados por las mismas compañías que venden cigarrillos ordinarios. Su publicidad está pensada para la gente joven.
No son inofensivos, emiten aerosol y no vapor de agua. El aerosol contiene numerosas sustancias tóxicas y cancerígenas. Además, los datos científicos existentes demuestran que no sirven para dejar de fumar”.

Los cigarrillos electrónicos están prohibidos en el mercado argentino desde el año 2011. A través de la disposición 3226/2011 mediante la cual se prohíbe “la importación, distribución, comercialización y la publicidad o cualquier modalidad de promoción en todo el territorio nacional del sistema electrónico de administración de nicotina denominado “Cigarrillo Electrónico”, extendiéndose dicha prohibición a todo tipo de accesorio para dicho sistema o dispositivo, como asimismo a cartuchos conteniendo nicotina”, señala la normativa. Sin embargo, son asequibles en diversos comercios de todo el país.

Riesgos para la salud

Los estudios científicos de los últimos años demuestran que el uso de cigarrillo electrónico trae aparejadas las siguientes consecuencias para la salud:

•    Adicción: los cigarrillos electrónicos contienen nicotina, una droga que es altamente adictiva. No es necesario vapear todos los días para volverse adicto.
•    Volverse fumador: las personas que vapean tienen más probabilidades de comenzar a fumar cigarrillos convencionales y es posible que desarrollen otras adicciones en el futuro.
•    Ansiedad y depresión: la nicotina empeora la ansiedad y la depresión. También afecta la memoria, la concentración, el autocontrol y la atención, en especial en los cerebros que están en desarrollo. 
•    Neuroinflamación
•    Impotencia: existe evidencia de que el vapeo puede causar disfunción sexual en los hombres.
•    Insomnio
•    Exposición a sustancias químicas cancerígenas
•    Bronquitis crónica
•    Daño en los pulmones que puede poner en riesgo la vida. El acetato de vitamina E, estuvo fuertemente vinculado al brote de lesiones pulmonares relacionadas al uso de productos de cigarrillos electrónicos (EVALI, por sus siglas en inglés).
•    Inmunodepresión favoreciendo el desarrollo de infecciones
•    Riesgo de explosión de baterías con quemaduras
•    Intoxicación inadvertida en niños pequeños, por el color atractivo y sabor de los líquidos del cartucho (fruta, dulces, café y chocolate)

“Un motivo importante para dejar de vapear es ser la mejor versión y la más saludable de uno mismo”, dice la Dra. Cortes.

La situación del tabaco

La prevalencia del consumo de tabaco descendió en la última década en el país, en 2013 el 25,1% de la población adulta fumaba y en 2018 descendió a 22,2%.

Sin embargo, los datos oficiales señalan que todavía hay 9 millones de fumadores y que cada año mueren 44.000 argentinos por el tabaco, la mortalidad todavía es elevada y el consumo per cápita se mantiene estable en los últimos 15 años, lo que ubica a Argentina como uno de los países de la región con las tasas más altas.

Este escenario demuestra que el marco normativo nacional no es suficiente para la protección de la salud y que Argentina tiene que formar parte de las decisiones de políticas de salud globales para enfrentar la epidemia del tabaquismo. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) generó el Convenio Marco para el Control del Tabaco que aún no fue ratificado por el Congreso Nacional. 

Por otro lado, su producción también reviste riesgos. Este año, la OMS adoptó como lema de su campaña de prevención: “Cultivemos alimentos no tabaco”. El cultivo de tabaco es perjudicial para la salud, la de los agricultores y la del planeta. La industria tabacalera interfiere en los intentos de sustituir el cultivo de tabaco, con lo que contribuye a la crisis alimentaria mundial.

Esta campaña pretende animar a los gobiernos a poner fin a las subvenciones al cultivo de tabaco y utilizar los recursos ahorrados para ayudar a los agricultores a cambiar a cultivos más sostenibles que mejoren la seguridad alimentaria y la nutrición.

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