27 julio, 2024
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Más de la mitad son perpetrados por exparejas. Lo más común es la suplantación de identidad y la difusión de imágenes sexuales.

La circulación indiscriminada de fotos y videos a través de las redes sociales, la multiplicación de “escenas de la vida cotidiana” en apps y páginas web y la tendencia a la evaporación de las fronteras entre lo público y lo privado confluyen en una nueva forma de agresión contra las mujeres: la violencia digital. En este contexto, casi el 40% de los casos de violencia de género en entornos digitales se produce a través de Instagram y más de la mitad son perpetrados por exparejas de las víctimas, en su mayoría con la modalidad de suplantar la identidad de las mismas y difundir contenido sexual sin su consentimiento, según datos del Ministerio Público Fiscal (MPF) de Ciudad de Buenos Aires (CABA).

Así se desprende de un relevamiento de las denuncias ante la Unidad Fiscal Especializada en Delitos y Contravenciones Informáticas (UFEDyCI), dependiente del MPF porteño.

“La violencia de género digital es una extensión de la violencia de género “tradicional” que venimos discutiendo hace muchísimos años y que hoy se encuentra modernizada y potenciada con las nuevas tecnologías”, expresó a Télam Daniela Dupuy, fiscal coordinadora de la UFEDyCI.

Las redes sociales multiplican la rapidez y la masividad de estos delitos ya que con un solo clic un video íntimo puede llegar a millones de usuarios en un segundo. El efecto puede ser mucho más potente que en el mundo real.

“Claramente esta violencia digital puede coexistir con maltratos físicos o verbales, entre otros”, agregó la fiscal Dupuy, también directora del Observatorio de Cibercrimen de la Universidad Austral.

Según las denuncias realizadas ante la fiscalía, Instagram resultó con un 37,5% la plataforma más utilizada para ejercer violencia de género digital, seguida por Whatsapp y el sitio web XVideos, con el 12,5% de las denuncias cada uno. En lo que va del año, se radicaron 1.421 denuncias por violencia de género en entornos digitales, que alcanzó su “pico máximo” durante la pandemia de covid-19, cuando escaló a 3.452 denuncias durante 2021 en la Ciudad de Buenos Aires. Del total de los casos registrados, el 54% fueron perpetrados por exparejas de las víctimas, un 27% por conocidos de su entorno y el 18% por desconocidos.

En tanto, el 72% de las víctimas son mujeres y el 63% son personas mayores de 30 años

Respecto a las modalidades que adopta esta violencia, Dupuy explicó que “pueden ser muchas y cada vez son más y más sofisticadas”. Algunos ejemplos son la ciberviolencia de género, sextorsión, ciberacoso sexual, hostigamiento digital, el ciberflashing (el envío no consentido de imágenes de desnudez o videos de contenido sexual), discursos de odio, y el monitoreo, control y vigilancia en línea.

Según Ocedic, la forma más habitual que se registró en Instagram es la creación de perfiles falsos que suplantan la identidad de la víctima, donde se publica contenido sexual sin su consentimiento, etiquetando su perfil real o a personas de su entorno. Asimismo, otra modalidad “muy común” es la utilización de los datos personales de la víctima para “vincularlos a páginas de encuentros sexuales o de venta de contenido, incluyendo sus datos de contacto para lograr que la víctima reciba mensajes de las personas que visitan esos sitios de la web”.

Al respecto, Dupuy aseguró que este tipo de delitos genera no solo una victimización de la persona que lo sufre, sino que también conlleva un “efecto nocivo” en los ámbitos donde se desempeña, como el laboral, familiar o amistades. También enfatizó en que por más que haya una orden judicial de bajar ese contenido de las redes sociales “lo cierto es que algunos de los receptores pudieron haber guardado esas fotos o videos y difundirlas cuando sea”.

“La víctima sabe esto y por eso decimos que hay también una victimización latente”, agregó la fiscal, quien advirtió por las graves consecuencias que puede traer para las víctimas, hasta el punto. incluso. “de querer quitarse la vida, como sucedió en muchos casos”.

> Ansiedad, pánico e incluso suicidio

“La violencia online tiene consecuencias psicológicas, que incluye ataques de pánico, trastorno de ansiedad, consumos problemáticos, retracción de las actividades personales, falta de vínculos o corte de vínculos sexoafectivos, problemas para interactuar con familiares y amigos e, incluso, el suicidio”, sostiene la abogada y especialista en cibercrimen, Florencia Zerda.

Además, tiene derivaciones económicas. “Hoy en día – afirma- tiene importancia la calificación digital y el acoso puede afectar el trabajo; lo mismo si te extorsionan con difundir imágenes íntimas, por ejemplo, donde perdés dinero”. También afecta la vida sexual y afectiva. “Si te vio la mitad del pueblo en el que vivís, probablemente ya no tengas ganas de volver a tener una vida sexual tan activa como antes”, aseguró la autora de “Violencia de género digital” e integrante de la red de abogadas feministas.

La violencia incluso tiene efectos sobre la propia vida digital. Es que tener que salir de las redes sociales puede afectar a las mujeres de distintas formas. “Por ejemplo, si sos periodista y estas siendo agredida – ejemplificó Zerda-, cerrás tus redes sociales y eso afecta a la libertad de prensa y a la libertad de expresión”.

> Un proyecto de ley
La Comisión de Comunicaciones e Informática de Diputados tratará el próximo miércoles el proyecto de ley que busca incorporar a la “violencia digital” como una de las modalidades de violencia contra las mujeres en la Ley 26.485 (Protección Integral a las Mujeres)

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